La salvación y la educación son realidades inseparables para el creyente en su trayectoria terrenal rumbo al cielo. Son como las líneas férreas indispensables para que un tren corra y llegue a su destino. La educación como sistema ordenado del conocimiento, nos permite comprender los principios y fundamentos de la fe cristiana. No tener esta educación es ignorar lo que realmente vale nuestra fe, como estar en tinieblas donde no hay un rayo de luz.



Como la nave pentecostal, el libro se ancla en la Roca que es Cristo, destacándose la naturaleza y atributos del único y sabio Dios en perfecta unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. El autor destaca las enseñanzas del Maestro tocando individuos y multitudes, a quienes se declara como el camino, la verdad y la vida.



La pedagogía cristiana se aprende de las experiencias de los patriarcas, Israel, los evangelios y los escritos apostólicos. Con este fin, una buena pedagogía debe ser capaz de subir por la escalera de las edades, desde el nacimiento, infancia y niñez, siguiendo por la adolescencia, juventud, adultez y el progresivo envejecimiento. También se presta especial atención al matrimonio como núcleo de la familia, que debe ser plenamente comprendido antes de llegarse al altar, y más tarde, la relación de los padres con sus hijos, de cómo instruirles la Palabra de Dios, incluyendo el tema del sexo, su importancia y anormalidades.



En el tramo final, el libro trata sobre los maestros, y los sentidos del aprendizaje, el lenguaje y la memoria por parte de los educandos. Asimismo, la importancia e influencia de los medios de comunicación con el gigante de la globalización que es el Internet; cerrándose esta obra con la evaluación de los recursos pedagógicos para el éxito del proceso de enseñanza – aprendizaje.