Este libro nos muestra la forma cómo podemos tener la capacidad de discernir a Dios el creador y a su obra. Asimismo, nos ayuda a conocer la intención, propósito y voluntad de Dios para su obra que Él creó. De esta manera podremos diferenciar también, entre el propósito local de Dios y la intención global de Dios para su creación en general, y para sus criaturas que somos nosotros, en particular.



Todo conocimiento de Dios proviene de la única fuente que es mismo Creador, como centro de todo conocimiento. La descentralización del conocimiento de Dios, se basa en un humanismo que tiene la idea de Adán y Eva, de pretender ser igual a Dios. Si existen tantas sectas religiosas falsas, se debe a que sus mentores han descentralizado a la persona del conocimiento puro, absoluto y concreto que es Dios, basándose en huecas filosofías de error y confusión.

El libro hace la definición de lo que es movimiento y concepto. Estas dos palabras identifican en forma clara y precisa la realidad y contenido de lo que queremos señalar y explicar en este libro. En el movimiento de Dios, esto es en su revelación escrita, vemos un sinnúmero de cambios, y alteraciones de lugares, produciéndose también novedades, conmociones, variedades, y animaciones de todo orden. Podemos notar que en los períodos de los tiempos y sus rápidos cambios, cómo Dios se revela a la humanidad. El movimiento habla también de velocidad. Debemos notar que Dios en su revelación escrita tomó más de 1600 años para compilar la más majestuosa de las enciclopedias, basada en su Palabra, constituida por 66 libros inspirados por el mismo Espíritu Santo de Dios. Esta revelación estuvo circunscrita a los tres continentes que se conocían en aquel tiempo antiguo, es decir África, Asia y Europa.



En diferentes puntos físicos de los tres continentes, Dios reveló parte de su realidad, no queriendo hacerlo todo a la vez e inmediatamente. Sin embargo, el Altísimo determinó tomar todo este tiempo por causa de nuestra finitud e incapacidad, que nos impide captar las cosas de inmediato. En medio del movimiento divino, el mismo Dios reconoce que no podía ser veloz o rápido para darse a conocer a nosotros. Esto nos demuestra la gran bondad, amor y misericordia de Dios, al permitir a la humanidad entrar en un proceso de revelación gradual.