PROCLAMACIONES DEL REINO, nos presenta estos principios eternos de manera sencilla y fácil de entender, con expresiones y ocurrencias populares que todos conocen, y que se puede retener en la memoria. En este sentido, el presente libro constituye un manual operativo del soldado en el campo de batalla, ya que instruye al cristiano de cómo actuar en las diferentes facetas de la jornada terrenal. Es interesante ver cómo el autor presenta el tema de la construcción de principios eternos, ofreciendo primero una serie de consejos sabios que todo hombre y mujer de Dios debe seguir.

Con frecuencia se suele mirar el reino de Dios, como algo lejano que se pierde en el tiempo, asociándolo con la venida del Señor y el establecimiento del reino de mil años en la tierra. Sin embargo, a la luz de la verdad revelada en las Escrituras, el reino de Dios no está distante de nosotros, ya que se encuentra a nuestro alcance. Así lo dijo claramente nuestro Señor el mismo día en que empezó su ministerio: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”, según Mateo 4:17.

Más en extenso, el libro se aboca a los principios que deben cumplir los creyentes en su viaje por este mundo, partiendo de la necesidad del individuo a cambiar de actitud frente a la vida. Cada uno somos desafiados a romper el frasco de nuestra propia idiosincrasia, dando lugar al mover de Dios en nuestras vidas, y aprendiendo a manejar las cosas en tiempos de crisis.

El libro nos lleva lejos y nos trae de vuelta a la realidad. Reconoce el hecho doble de que la eternidad nos pertenece e iremos a ella, pero que a la vez, somos llamados a vivir este tiempo como hijos de un Dios que todo lo puede, que ha acercado su reino hasta aquí donde Ud. y yo estamos.

No puede tener mejor final este interesante y útil texto. Nos presenta a quien fue alzado en el Calvario como el autor de nuestra salvación, pero a la vez como el adalid de una nueva vida. Cristo nos exhorta a que no se apague nuestra lámpara, a fin de gozar con Él de la gloria venidera que muy pronto se ha de manifestarse a plenitud.